uños crispados, gritos al aire, llantos y los gimnastas por el suelo. Así es como acogieron los representantes rusos de artística masculina su victoria en la competición por equipos masculinos. No era para menos. Hacía 25 años, desde Atlanta 96, que no ganaban este título en unos Juegos.
Para entender su significado hay que subrayar la importancia que le dan los gimnastas a la competición por equipos, sobre todo cuando se trata de clasificarse para una final, unos Juegos o, como es el caso, cuando está en disputa el oro.
El japonés Kohei Uchimura, siempre lo recuerda, celebró más ese título en Río 2016 que el suyo propio en el concurso individual. Para los gimnastas locales era un objetivo prioritario, como para sus directo rivales, chinos y rusos.
El equipo de comité olímpico ruso juntó esta vez un equipo formidable, aún a costa de forzar la recuperación de Artud Dalaloyan , operado en abril de rotura parcial de un tendón de Aquiles. Y le han alienado en los seis aparatos, junto con el campeón mundial Nikita Nargonyi, David Belyavsky y Denis Ablyazin, éste un especialista en anillas, suelo y salto.
Al término de 18 ejercicios -se computan los tres mejores de cada equipo por aparato-, los rusos aventajaron a Japón en sólo 11 centésimas de punto, 262,500 por 262,397, y en apenas seis décimas a China (261,894). Ha sido el podio mas ajustado de la historia del concurso por equipos.
La competición resultó apasionante, de un nivel gimnástico soberbio por parte de los tres aspirantes al oro. Cada equipo se repartió el liderazgo en los distintos aparatos. Los rusos fueron los mejores en las anillas y en el salto; los japoneses en el suelo y la barra fija y los chinos en el caballo con arcos y la paralelas.
El equipo japonés, festejando la medalla de plata.
Llegaron a la última rotación separados por 1,3 puntos entre los tres. Rusia terminaba en el suelo. Tanto Abliazin como Dalaloyan fueron penalizados por pisar fuera de los límites del tapiz. Así se les fueron seis décimas de ventaja. China apretó lo suyo en su mejor aparato, las paralelas, y Japón hizo lo propio en la barra, que da y quita tantos campeonatos.
Cuando terminó Nagornyi su pase en el suelo, reservando para otra ocasión su triple mortal atrás carpado, todos esperaron la nota con el corazón en un puño. Cuando apareció ese 14,666, la mejor puntuación de la jornada en ese aparato, los rusos se desplomaron de la emoción, los japoneses también celebraron el haber superado a los chinos, y estos encajaron el resultado con deportividad.