El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, abrió el debate de jefes de Estado del 76º período de sesiones de la Asamblea General de la ONU. Por tradición, el mandatario del gigante sudamericano es quien inicia los discursos todos los años. Este año el lema es “Crear resiliencia a través de la esperanza: para recuperarse del COVID-19, reconstruir la sostenibilidad, responder a las necesidades del planeta, respetar los derechos de las personas y revitalizar las Naciones Unidas”.
“Brasil estaba al borde del socialismo y ahora nuestras empresas estatales son lucrativas”, afirmó Bolsonaro al inicio de su exposición. “Vengo aquí para mostrar un Brasil diferente a lo que señalan los medios de comunicación. Brasil ha cambiado mucho desde que asumimos el mandato. No hay casos de corrupción”, subrayó.
Y siguió: “Brasil tiene un presidente que cree en Dios, respeta la constitución, y los valores y la familia. La credibilidad de Brasil se ha recuperado en el mundo”.
Luego habló del cambio climático y de las políticas de su gobierno al respecto: “Quiero recordar que la Amazonía es equivalente a toda Europa occidental. Hemos redoblado los esfuerzos para eliminar la deforestación ilegal. Se redujo en un 32% la deforestación en agosto de este año respecto a agosto del año pasado”, remarcó.
También hizo una breve mención a la profunda crisis que atraviesa Venezuela y a las políticas de acogida de migrantes que puso en marcha su administración. “Nuestro país ha acogido a los venezolanos desplazados por la crisis de un estado dictatorial”, manifestó, al hacer indirectamente mención del régimen de Nicolás Maduro.
Luego sostuvo que la crisis en Afganistán le preocupa a su gobierno. “Daremos visados humanitarios a los cristianos afganos”, indicó; y defendió su gestión de la pandemia: “Las medidas de asilamiento han provocado inflación. Acabamos 2020 con más puestos de trabajo que el 2019 y este año creamos 1.800.000 puestos de trabajo nuevo”, subrayó.
Respecto al coronavirus, valoró la campaña de vacunación en su país: “Apoyamos los esfuerzos de vacunación”.
Por último, hizo referencia a las masivas movilizaciones del pasado 7 de septiembre en su nación. “El día de nuestra independencia, los brasileños salieron a las calles a apoyar nuestra administración. Hoy planteamos un mundo con más libertad, democracia, prosperidad y paz. Que Dios los bendiga a todos”, concluyó.
Antes de Bolsonaro, habló António Guterres, secretario general de la ONU e hizo sonar la señal de “alarma” ante un mundo que “nunca ha estado tan amenazado ni tan dividido”.
“El mundo debe despertar. Estamos al borde de un abismo y moviéndonos en la dirección equivocada”, dijo Guterres a los líderes internacionales reunidos en Nueva York.
El diplomático portugués presentó un sombrío análisis de la coyuntura internacional, marcada a su juicio por la falta de unión en la respuesta a la pandemia, los pocos avances en la lucha contra el cambio climático, las crecientes desigualdades y las crisis en países como Afganistán, Yemen y Etiopía.
En particular, Guterres apuntó a Estados Unidos y China, a quienes instó a entablar un diálogo tras las crecientes tensiones en su relación.
“Me temo que nuestro mundo está avanzando hacia dos conjuntos diferentes de reglas económicas, comerciales, financieras y tecnológicas, dos enfoques divergentes en el desarrollo de la inteligencia artificial y, en última instancia, dos estrategias militares y geopolíticas diferentes”, dijo Guterres.
“Esta es una receta para los problemas. Sería mucho menos predecible que la Guerra Fría. Para restaurar la confianza e inspirar esperanza, necesitamos cooperación”, remarcó.
“Necesitamos dialogar. Necesitamos comprensión”, agregó. “Necesitamos invertir en la prevención, el mantenimiento y la consolidación de la paz. Necesitamos avances en materia de desarme nuclear y en nuestros esfuerzos en la lucha contra el terrorismo. Necesitamos acciones ancladas en el respeto de los derechos humanos”, insistió.