Los científicos en todo el mundo están luchando por rastrear el origen del coronavirus. ¿Transmisión de un animal? ¿Fuga de un laboratorio chino? El régimen de Xi Jinping se opone firmemente a esta última hipótesis, ya que no quiere parecer responsable de la pandemia.
Sin embargo, la teoría de la fuga de laboratorio cobra cada vez más fuerza. Como consecuencia, se multiplican los pedidos de destacados miembros de la comunidad científica para que China asuma su responsabilidad e investigue el surgimiento del brote que ha matado al menos 4,3 millones de personas y hundido la economía global desde la detección de sus primeros casos en Wuhan en diciembre de 2019.
El llamado más reciente lo hicieron este lunes Robert Redfield, ex director de los Centros de Control de Enfermedades de Estados Unidos, y el médico clínico Marc Siegel en una columna publicada en el diario Wall Street Journal. En el artículo, los científicos pidieron además una investigación bipartidista completa y una moratoria mundial sobre las investigaciones que buscan modificar virus para mejorar sus funciones biológicas.
“Más allá de la responsabilidad de decir la verdad, existe la necesidad global de saber a qué nos enfrentamos porque afecta la forma en que abordamos el problema”, escribieron Redfield y Siegel. “Ahora están surgiendo variantes rápidamente que continúan cambiando el juego. Todo esto está en consonancia con un virus que probablemente saltó de un murciélago a un laboratorio, no a una rata o un conejo”.
Por eso, aseguran, “la historia del SARS-Cov-2 comenzó mucho antes de enero de 2020″.
Redfield, uno de los primeros virólogos de renombre internacional en hablar abiertamente sobre la posibilidad que el patógeno escapó del Instituto de Virología de Wuhan, dirigió la máxima autoridad de Estados Unidos para la prevención y control de enfermedades bajo la presidencia Trump, desde 2018 a 2021.
Al respecto, recuerda que “a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU no se les permitió visitar la ciudad de Wuhan, China, ni el Instituto de Virología de Wuhan a principios de 2020″.
“Hemos estado tratando de averiguar por qué desde entonces. Si nos hubiéramos encontrado con la transparencia en lugar de la evasión, no habría sido necesario armar las piezas circunstanciales del rompecabezas por nuestra cuenta”, escribe junto a Siegel.
Los autores señalan los múltiples comportamientos sospechosos del régimen chino: la eliminación de las secuencias de murciélagos con coronavirus de la base de datos del Instituto de Virología de Wuhan el 12 de septiembre de 2019; el cambio de los protocolos de seguridad del laboratorio; la solicitud por más de 600 millones de dólares para un nuevo sistema de ventilación. Todo ocurrió apenas unos meses antes del comienzo de la pandemia.
“Por qué?”, se preguntan los científicos. “¿Qué motivó esta nueva necesidad?”.
La columna del WSJ también nota que tanto los Centros de Control de Enfermedades chinos como la Organización Mundial de la Salud (OMS) se esforzaron para descartar la teoría de la fuga de laboratorio, potencialmente comprometedora para el régimen de Xi Jinping. Esto último fue confirmado por el propio jefe de la misión de científicos de la OMS, Peter Embarek, quien reveló como Beijing presionó a los expertos para que no investigaran la fuga del COVID-19 del laboratorio.
“Había sellos de arrogancia científica y fallas en el sistema de contención”, escriben Redfield y Siegel, apuntando también a los científicos involucrados en investigaciones de “ganancia de función”, es decir que alteran genéticamente un organismo o un virus para mejorar sus funciones biológicas.
Varios científicos internacionales involucrados en este tipo de experimentos defendieron la teoría de un origen natural del virus por las consecuencias que una fuga de laboratorio podía tener en la financiación de sus investigaciones. Varios buscaron equiparar el nuevo brote a los virus del SARS y MERS, coronavirus anteriores que surgieron de los murciélagos y se propagaron a través de un animal intermedio.
Esos virus, sin embargo, registraron menos 10.000 casos en todo el mundo, afirman Redfield y Siegel. “¿Qué virus sale de una cueva de murciélagos e infecta a los humanos por millones? No es biológicamente plausible. Si, en cambio, evolucionó lentamente durante muchos años en la naturaleza, ¿cómo es que nadie lo supo?”, se preguntan.
Además, los científicos agregan que no ha surgido nueva información en los últimos 18 meses para apoyar la teoría del origen natural, mientras por otro lado “un creciente cuerpo de evidencia circunstancial respalda la teoría de la fuga de laboratorio, incluida la información reportada por el Departamento de Estado de Estados Unidos de que los empleados del laboratorio de Wuhan se enfermaron con síntomas similares a los de Covid en el otoño de 2019″.
Por eso, dicen, “creemos que lo más probable es que el virus no estuviera contenido en un laboratorio donde se estaba trabajando y que escapó involuntariamente”. Los autores citan un estudio de Harvard que reveló un cierre del tráfico alrededor del laboratorio de Wuhan a fines del verano y principios del otoño de 2019. Semanas más tarde, a fines de septiembre, los estacionamientos del hospital se estaban llenando.
El origen en laboratorio también explicaría por qué el virus tiene la capacidad de infectar las células humanas y mutar en distintas variantes tan fácilmente. Variantes que en futuro podrían incluso ser más contagiosas y eludir la protección de las vacunas, según alertan los científicos.
“En particular, el SARS-CoV-2 incluye una especie de sitio de escisión que permite que su proteína de pico cambie su orientación y se acople más fácilmente a una célula humana”, escriben Redfield y Siegel.
“Un virus con una ventaja inicial para aclimatarse a los humanos probablemente tenga más facilidad para evolucionar para aumentar la transmisión”, agregan. “De ahí las variantes, que parecen más efectivas que cualquier cosa que la naturaleza ofrece por sí sola. En los próximos meses, es posible que tengamos otra variante que sea incluso más contagiosa que Delta, que enferme a las personas y, en el peor de los casos, que eluda las vacunas”.