Líderes de más de 120 países se dan cita este lunes en Glasgow (Escocia) para dar respuesta a la urgencia climática, en una cumbre que debe dar paso a unas negociaciones decisivas (COP26) para combatir el calentamiento del planeta.
El anfitrión, el premier británico Boris Johnson, tiene planeado abrir la cumbre con un discurso con carácter de urgencia. “La humanidad ha jugado durante mucho tiempo a contrarreloj con el clima. Falta un minuto para medianoche, es el momento de actuar”, afirmará, según adelantó su oficina.
Tras la sesión inaugural, ahora se da paso al comienzo de las negociaciones a puerta cerrada, que se celebrarán durante dos semanas en paralelo a centenares de actos y anuncios sobre iniciativas dirigidas a combatir el cambio climático y salvaguardar la naturaleza.
El presidente estadounidense Joe Biden, que proclama el regreso de su país a la arena de las negociaciones sobre el clima, será el gran protagonista de una cumbre con grandes ausentes, como el chino Xi Jinping, presidente del mayor país emisor de gases contaminantes, y el ruso Vladimir Putin.
De América Latina no acudieron el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ni el brasileño, Jair Bolsonaro, a pesar de que este último estuvo presente en la cumbre del G20, que culminó el domingo en Roma.
La COP26 es una cita esperada porque debe desarrollar los principales temas del histórico Acuerdo de París de hace seis años, como el aumento de los compromisos de cada país para combatir las emisiones de gases de efecto invernadero, la financiación de la lucha contra el cambio climático, o las reglas de transparencia y control mutuo.
Un total de 196 partes firmaron el Acuerdo de París de 2015, y todas ellas tenían idealmente el objetivo de limitar el aumento de la temperatura del planeta a +1,5ºC. Pero la realidad es que la Tierra se dirige a un aumento de 2,7ºC, y con esos dígitos su clima, sus ecosistemas, entran en “territorio desconocido”, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Cincuenta gigatoneladas–
El mundo emite anualmente más de 50 gigatoneladas de gases de efecto invernadero, según cálculos de la ONU. Una gigatonelada representa 1.000 millones de toneladas. “Nuestros estudios indican que se producirá un incremento de emisiones del 16% en 2030, cuando deberíamos registrar una reducción del 45%”, resumió la secretaria ejecutiva del órgano de la ONU para el cambio climático, la mexicana Patricia Espinosa.
Y aunque públicamente existe la conciencia de que esa situación debe cambiar, subsisten grandes interrogantes sobre el modelo energético alternativo y su capacidad de responder a las enormes exigencias de desarrollo de la mayoría del planeta.
Esas diferencias volvieron a aparecer en la cumbre del G20 en Roma, que aunque ratificó el compromiso con el +1,5ºC, no dio pautas claras para conseguirlo. “Me voy de Roma decepcionado”, declaró el secretario de la ONU, Antonio Guterres.
Biden por su parte acusó directamente a China, Rusia y Arabia Saudita de no estar a la altura del desafío. El presidente estadounidense instó a la comunidad internacional a “mantenerse concentrados” en esos países.
Pero las previsiones de crecimiento mundial implican un desafío global, reconocen los expertos. El G20 es responsable del 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero, y sus miembros volvieron a hacer equilibrios en su comunicado final.
“Los países del G20 dejarán de financiar centrales de carbón en el exterior. Pero habían prometido hacerlo con todas las energías fósiles. Lo que empezó el G20, la COP26 debe terminarlo”, advirtió Pierre Cannet, de la organización ecologista WWF en Francia.
–Consecuencias “aterradoras”–
Los países pobres piden ayuda para mitigar o adaptarse a las consecuencias del cambio climático. Los países ricos prometieron 100.000 millones de dólares anuales, una cifra que ya debieron haber entregado en 2020. Sin embargo, faltan 20.000 millones de dólares. Las principales potencias económicas aseguran que el tema será resuelto en un par de años.
Mientras, países como la Alianza de Pequeños Estados Insulares denuncian las consecuencias “aterradoras” que podrían llegar en poco años si el nivel del mar sigue aumentando, como aseguran los científicos.
“Parece que algunos no tengan miedo, o peor, que sean indiferentes”, declaró su negociadora en Glasgow, Lia Nicholson.
Los líderes mundiales darán sus discursos en un centro de convenciones bajo gran vigilancia, y la mirada desconfiada de ecologistas, entre ellos la sueca Greta Thunberg, que preparan movilizaciones y acciones de protesta.